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El atún que cruzó el Atlántico

En una de sus últimas salidas, el pescador deportivo estadounidense George Morris tuvo la fortuna de capturar el pasado día 14 junto a la costa de Massachusetts un atún que había sido marcado dos años atrás (25 de julio) por el barco Tía Rosario capitaneado por Peio Olazabal y con base en el puerto deportivo de Hondarribia. Este descubrimiento le va a reportar además un premio añadido al feliz pescador.

Merced a esta recaptura se ha podido averiguar la evolución que ha experimentado el ejemplar en cuanto a peso y tamaño. De los 68 centímetros y aproximadamente 5,5 kilos que tenía a su paso por aguas del Cantábrico, creció hasta los 114 centímetros y dio un peso en la báscula de treinta kilos, después de superar un intervalo de 775 días y cubrir una distancia en línea recta de 3.330 millas marinas (unos seis mil kilómetros).

El hecho de que un túnido atraviese el Atlántico de lado a lado y se desplace desde el Golfo de Vizcaya, donde acostumbra a venir en busca de alimento, y emigre hasta las aguas estadounidenses es un «fenómeno poco común», según explica el biólogo de Azti (Instituto Tecnológico Pesquero y Alimentario), Lorenzo Motos.

Los estudios científicos realizados hasta la fecha han llevado a los científicos a considerar que en el Atlántico Norte habitan dos poblaciones de cimarrones y queda latente todavía la discusión de si son independientes o no. «La teoría que prevalece en estos momentos es que las dos poblaciones se mezclan en la mitad del Atlántico, a la altura del mar de los Sargazos (situado a 4.000 kilómetros de la costa vasca)», comenta el científico de Azti. La división entre las poblaciones se realiza en base a las zonas de reproducción y las características morfométricas de los individuos.

Migración genética

Una de las conclusiones definitivas que se tiene sobre los hábitos de esta especie es que realiza una migración genética, al igual que los salmones, que tienden a retornar a su lugar de nacimiento. «Los individuos que nacen en el Golfo de México vuelven allí y los del Mediterráneo, al Mediterráneo. El atún es capaz de volver a su origen, tiene también esa capacidad. Este fenómeno es conocido con el nombre de homing», indica Motos.

Tampoco es equivalente el flujo o paso de atunes de un lado del Atlántico al otro. Se calcula que existe una mayor tendencia por emigrar desde la costa americana hacia el Este (entre un 3 y 6% de la población) que al contrario, al situarse la cifra entre el 1 y el 3%. Recientemente pesqueros vascos han localizado dos atunes marcados en Estados Unidos. Hace dos semanas el barco hondarribiarra Berriz Matutina capturó un cimarrón de unos seis años y de 135 centímetros, mientras que el pasado día 21 ha habido una nueva recaptura «de la que todavía estamos recogiendo los datos», aclara el biólogo del instituto vasco.

En el caso de que se confirme la teoría de que se trata de la misma población, las instituciones de ambos lados del océano van a comenzar a aplicar medidas de gestión similares.

Esto puede llevar a significar la entrada en vigor de la prohibición de pesca del túnido al encontrarse en estos momentos la biomasa reproductora por debajo de los límites biológicos que aseguran la sostenibilidad del stock.

El científico de Azti adelantó que la presión para solicitar la restricción de la pesca de atunes puede llegar a producirse en un futuro a corto plazo a manos de los pescadores deportivos americanos, al considerar que se trata de un sector que tiene un importante peso específico. Este colectivo cuenta con representación en la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICAAT), uno de los organismo que se encarga de establecer los cupos de capturas. Próximamente tienen previsto llevar a cabo una nueva reunión en Madrid.

Pesca sin muerte

Son diversas las herramientas de las que se sirven los científicos para desentrañar los misterios que encierra la fauna marina. El sistema de marcaje con el que han comenzado a colaborar los pescadores de pesca deportiva en el Cantábrico es la más tradicional, el spaghetti tag. Este método consiste en insertar al atún una tira de plástico en la aleta dorsal, y la información que se le adhiere se reduce a su tamaño, peso, fecha de la captura, latitud y longitud.

La pesca sin muerte y el marcaje ha experimentado un importante desarrollo en los últimos años. Comenzó a través de un acuerdo de colaboración entre la Federación Náutica y Pesca Recreativa del País Vasco (Fasnaper) y Azti en el año 2001. Desde entonces los barcos de recreo vascos han marcado 3.640 ejemplares de atún, cimarrón, atún patudo o picudos como el marlín. La falta de recursos ha originado que este año se experimente un generoso descenso. El marcaje de archivo es el más completo, por encima del sónico, que consiste en perseguir durante unos dos o tres días al atún, a fin de dar con sus costumbres a corto plazo.

El marcaje de archivo consiste en insertar al animal una especie de miniordenador donde se graba la temperatura, la profundidad (a través de la densidad de luz), la latitud, longitud y tiempo. De este modo, se puede recoger la información del recorrido completo que ha hecho durante unos dos años. «Recuperamos un cimarrón marcado por Azti después de nueve meses y pudimos averiguar que no fue hasta la costa estadounidense, sino que se quedó a 40º Oeste y que volvió al Cantábrico, después de pasar por el golfo de Cádiz y por los alrededores de Las Azores», precisa Lorenzo Motos.

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