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Buceo Donostiwww.buceodonosti.com

Viaje al gran azul

Conocemos mejor la superficie de Marte y de la Luna que el fondo de los océanos. Calculamos que existen entre 10 y 40 millones de especies marinas y apenas tenemos 250.000 catalogadas. Protegemos el 12% de la corteza terrestre, pero las reservas marinas no llegan siquiera al 1% de esos 331.000 millones de kilómetros cuadrados que contienen la clave de la vida en el planeta.

La oceanógrafa Sylvia Earle se ha propuesto compensar todas estas carencias con Océano: un atlas ilustrado, posiblemente el compendio más ambicioso publicado hasta la fecha sobre la inmensidad azul.

Mano a mano con la divulgadora científica Linda K. Glover, con la asistencia de 27 expertos y todo el apoyo de la National Geographic Society, Sylvia Earle profundiza en los misterios de nuestros mares y pone sobre la mesa la gran paradoja: «El océano regula el clima y la temperatura, gobierna la química del planeta y es la espina dorsal de la vida en la Tierra.

Curiosamente, mientras el cambio climático ha inspirado la atención global, el papel de los océanos y su serio declive se han dejado de lado».

Al mar lo que es del mar. Esa es la misión en la que está embarcada esta singular oceonógrafa, responsable a la sombra de la postrera decisión de George W. Bush de crear la mayor reserva marina del mundo en el Pacífico (incluida la Fosa Mariana, el cañón subacuático a casi 11 kilómetros de profundidad).

Oceáno es una fascinante inmersión en todas las dimensiones del planeta líquido: del tiburón ballena dándose una banquete de plancton en aguas australiana, a las anémonas de las islas Salomón extendido sus sutiles tentáculos.

Todos los reinos de la vida acuática medusas peine, esponjas barril, gusanos flecha, pepinos de mar desfilan ante nuestros ojos en 170 luminosas imágenes, capturadas en gran parte por la propia Sylvia Earle durante sus 40 años de exploración infatigable.

Lo más sorprendente del mar es sin embargo lo que no se ve, esos microorganismos «capaces de mover montañas» y de los que dependen millones de especies, incluida la humana.

Un ejemplo: los prochlorococcus, pertenecientes al reino de las cyanobacterias y responsables, según Earle, de «una de cada cinco bocanadas de oxígeno» de los 6.700 millones de habitantes de la Tierra. Los científicos no han vuelto a mirar el mar de la misma manera desde que fueron descubiertos en 1986. Ahora se sabe que son posiblemente los organismos fotosintéticos más abundantes en la Tierra.

La fotosíntesis, ese milagro que transforma la luz solar en energía y alimento, es un fenómeno que obsesiona sobremanera a la oceonógrafa. Aunque se sabe que la luz solar penetra al menos hasta los 250 metros, se desconoce cuál es la profundidad máxima en la que las algas pueden seguir trabajando en beneficio de todas las especies marinas y terrestres.

El abismo. Sylvia Earle, que ostenta el récord de profundidad de una mujer en sumergible (mil metros), se siente poderosamente atraída por las tinieblas submarinas y por esos «destellos bioluminiscentes» que son posiblemente el sistema de comunicación más usado en el planeta.

Otra de las grandes aportaciones de Earle, inspiradora de la versión marina de Google Earth, es sin duda el gran despliegue de mapas, con mención de honor a Marie Tharp, la cartógrafa que más contribuyó a la visualización de los fondos marinos.

«¿Cómo será el futuro de los mares?», se pregunta Earle. «Nos queda tiempo, pero no mucho, para usar la maravillosa capacidad que tenemos los humanos para soñar o anticipar lo que venga en una década, un siglo o un milenio. Si elegimos el buen camino, viviremos en paz con nosotros mismos y con el mundo azul que nos sostiene».

Calentamiento

«El océano es tan grande y tan vasto que nada de lo que hagamos puede alterar su naturaleza... Sylvia Earle se rebela contra esta idea bien arraigada y advierte en su libro cómo el impacto humano desde las emisiones de CO2 a la plaga de los plásticos, desde la pesca al deterioro de las costas está alterando la química de los mares y agravando el problema del calentamiento global.

«El agua de los océanos retiene hasta 1.000 veces más calor que la atmósfera», advierte Earle, «y el principal regulador del clima es la interacción entre las temperaturas y las corrientes de los océanos y la distribución global de calor».

La oceanógrafa recalca también la función de los mares como sumideros: «Desde el principio de la revolución industrial, la mitad de las emisiones de carbono por la quema combustibles fósiles ha sido absorbida por el mar. Y aunque una parte de dióxido de carbono es necesaria para la fotosíntesis, las cantidades excesivas están provocando la acidificación, que puede causar a la muerte de los corales, los moluscos, las larvas y multitud de organismos planctónicos responsables de la generación de oxígeno y que mantienen la tierra habitable para las especies marinas y terrestres, incluida la especie humana».

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